La idea de administrar inyecciones, a veces, puede producir temor en
algunos pacientes y como consecuencia, experimentar dificultades para
afrontar el problema.
Para que no sientas temor, ¡te
presentamos una guía que te ayudará a sentirte más seguro al momento
de inyectarte!
Los principales lugares para que puedas inyectarte son: los muslos,
el abdomen, las nalgas o la parte superior de los brazos.
Es muy importante que prestes atención a esta información:
- No inyectarte siempre en el mismo sitio.
- Alternar los
lugares de aplicación de la inyección le dará a cada lugar la
oportunidad de recuperarse adecuadamente y hará que las inyecciones
resulten más cómodas y eficaces.
- Una rutina de rotación
sugerida es dividir cada área de aplicación en mitades o cuartos y
usar una mitad o un cuarto diferente cada semana:
- Al
comienzo de cada semana, movete en el sentido de las agujas del
reloj con cada inyección, a un dedo de distancia del último
punto.
Hablá con tu médico o con tu enfermero sobre los posibles lugares de
aplicación en tu cuerpo y sobre la rutina de rotación más apropiada
para vos.
Las agujas causan ansiedad: ¿por qué?
Tanto los objetos filosos -como las agujas- y los pinchazos son
causales de ansiedad. Al pensar en la aplicación de una medicación,
de inmediato se asocia con las inyecciones de vacunas que se dan con
una aguja más larga (y más grande) y que se aplican en el músculo.
¿Este tipo de agujas son diferentes? ¡Sí! Son mucho más pequeñas y
finas. A pesar de que a simple vista son agujas que no infunden
miedo, hay pacientes que experimentan ansiedad por tener que inyectarse.
Te brindamos algunos consejos para que logres superar esta sensación:
Comprender las causas
Pueden ser muchas las razones por las que te invade la ansiedad
cuando sabés que tenés que aplicarte un medicamento de forma
inyectable. Algunos motivos posibles pueden ser:
- No querer inyectarte en público o frente a tus amigos.
- Asociar las agujas con el fracaso o con la gravedad de tu
enfermedad.
- El miedo al dolor o a lastimarte.
- Miedo
a las agujas específicamente.
La ansiedad se puede superar
Encontrar una forma de relajarte sería muy útil para controlar la
ansiedad. Durante el día es bueno que te tomes un momento para
aprender o aplicar alguna técnica de relajación: respiración profunda
o meditación guiada (con la ayuda de un podcast, libros o aplicaciones móviles)
Otras técnicas útiles para que implementes en tu rutina de
inyecciones son:
-
Tomá el control de tu síntoma: escribí lo que te genera
ansiedades respecto de las inyecciones y calificá los elementos en
una escala del 1 al 10. Seleccioná el aspecto menos preocupante y
practicá una y otra vez hasta que te sientas normal. Luego, pasá a
lo siguiente.
-
Distraete: escuchá música o hablá con un ser querido mientras
te colocás la inyección, de esta manera desviás la atención.
-
Buscá consejos de otras personas: hablá con otros pacientes
que se autoinyectan y averiguá cómo lo sobrellevaron en sus
comienzos. Buscá foros locales de diabetes o contactate con tu grupo
local de pacientes para obtener más consejos y asesoramiento.
-
Seguí intentando: no todas las técnicas funcionarán para
todos. Para encontrar la que mejor se ajuste a vos vos, seguí
probando diferentes maneras de lidiar con la ansiedad causada por
las agujas o consultá a tu médico o enfermero.
Recordá que se necesita tiempo para sentirse cómodo con la
aplicación; ¡no te apures!
Sabemos que no es sencillo inyectarse y que nadie disfruta hacerlo
todos los días. Sin embargo, cambiar algunas cosas básicas puede
hacer que el procedimiento sea más llevadero. Por ejemplo:
-
Asegurate de que la piel esté limpia y seca. No es necesario que
uses alcohol en la piel, a menos que hayas estado en un hospital o
no puedas limpiarla con agua y jabón común y secarte. Esperá a que
el alcohol se seque completamente antes de inyectarte.
-
Inyectate la insulina a temperatura ambiente. Es más cómodo que
cuando está fría. Intentá recordar sacarla del refrigerador con
tiempo antes de que la necesites.
-
“Anestesiá” el lugar de la inyección. Para esto, usá una cuchara
congelada o un cubo de hielo envuelto en un paño, una crema
adormecedora comprada en la farmacia o incluso simplemente aplicá
presión con el pulgar en el lugar -en que te vas a inyectar-
durante unos segundos antes de la inyección.
-
Cambiá la aguja luego de cada inyección. Reutilizarla aumenta el
riesgo de infección. Además, las agujas nuevas son más filosas y
causan menos dolor.
-
Intentá relajar los músculos del área de inyección.
-
Rotá con frecuencia el lugar de la inyección para evitar daños en
los tejidos.